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Cómo ser un líder empresarial

Sé un líder, no un jefe

No es ningún secreto que el liderazgo es una competencia sumamente necesaria para dirigir una empresa. Ésta es la herramienta que se necesita para desarrollar cualquier área, pues quien esté a cargo debe ser capaz de influir en su equipo para mejorar los resultados positivamente. 

Pero entonces, ¿qué diferencia tiene el ser un líder con un jefe? Para esto, necesitamos definir. El jefe es aquella persona que tiene autoridad y poder sobre un grupo para dirigir sus actividades. El líder es quien encabeza y dirige dicho grupo. 

Un líder es la opción más redituable para la empresa porque genera una relación de confianza con sus empleados; los une la pasión de lo que hacen y las ganas de explotar su potencial. Y, por ende, mejora la productividad y el ambiente laboral. 

A continuación, te presentamos las principales características que convierten al líder en prácticamente un antónimo del jefe. 

 

  • No ordena y espera, solicita y colabora

Un jefe distribuye las tareas y ordena a la gente a llevarlas a cabo, supervisando si lo que pidió está siendo trabajado. Trata, puede que inconscientemente, a las personas como si fueran herramientas e incluso se separa de ellas. Sin embargo, el líder busca estimular, aporta el ejemplo y trabaja “codo a codo” con sus colaboradores. En otras palabras, la principal diferencia entre un jefe y un líder es que para el primero las actividades conlleva un “yo” y “tú”, mientras que para el segundo es un “nosotros”.

 

  • No utiliza gente, la desarrolla

Siguiendo con el punto anterior, el jefe que conoce el funcionamiento de todo solamente observa cómo llevan a cabo las actividades sin participar. Utiliza a sus empleados como peones que mueve en un tablero de ajedrez para ganar. Mientras tanto, el líder sabe enseñar a sus colaboradores; revela el secreto del éxito y permite que exista un desarrollo mutuo. Así que mientras que el jefe organiza la producción, el líder los prepara para que alcancen todo su potencial (en conjunto). 

 

  • No inspira miedo, genera entusiasmo

Un jefe infunde terror porque suele amenazar y reclamar los errores. Y aunque el equipo pone buena cara cuando está cerca, le critica bastante duro cuando no está. Por otro lado, el líder es una fuente de confianza que empodera a las personas al reconocer las buenas labores y el esfuerzo. Un jefe que hace sentir miedo es corriente, pero uno que se valora es superior porque siempre impregna motivación. 

 

  • No culpa por la crisis, la resuelve

Cuando hay problemas que resolver, un jefe busca encontrar al culpable para afrontar o castigar. Generalmente también grita para advertir al resto de las personas, pero el líder es mucho más comprensible, pues entiende los errores y calmadamente reorienta la situación. Sabe que la prioridad es solucionar el problema entre los que pueden ayudar y aprender las lecciones de la situación, pues desea levantar a quien lo ha cometido. 

 

  • No depende de la autoridad, sino de la buena voluntad

Por último, una de las principales razones por las que el líder gana la simpatía de los que le rodean es porque todos los días trabaja para ganársela. Y eso es apreciado por sus colaboradores. Mientras que el jefe siente la necesidad de imponerse, el líder convence y ejemplifica. Pero lo más importante, escucha a los demás. Así, todos se sienten motivados de participar para generar un plan de acción que lleve a un excelente resultado en la empresa. Y cuando hay buenos resultados y el líder la comparte, entonces la buena voluntad de colaborar surge en todo momento. 

En conclusión, un buen líder va a ser mucho más que un jefe: va a ser un maestro, un compañero y hasta un amigo de ser posible. Va a motivar a los otros a ser como él o incluso superarlo, y va a colaborar para sacar el mejor resultado posible, sin ponerse encima de nadie. 

Y tú, ¿ya eres líder o sigues siendo un jefe?

 
Fuente:
Psicología y Mente
Expansión